Lo correcto también se aprende
El desarrollo moral en la adolescencia es la forma en que los adolescentes crecen, comprenden lo que está bien y lo que está mal, y aplican estas creencias en su vida diaria. Durante estos años, sus cerebros comienzan a pensar de forma más avanzada, lo que les ayuda a comprender los aspectos más profundos de la vida y la moralidad. El desarrollo moral durante la adolescencia ayuda a los adolescentes a conectarse con la sociedad y a mejorar su salud general. Participar en actividades religiosas y desarrollar un sentido de espiritualidad puede conducir a mejores conexiones sociales, una mayor autoestima y menores tasas de consumo de sustancias.
Algunos de los cambios más comunes en el pensamiento sobre la moral y los valores que ocurren durante esta etapa de la vida incluyen:
Desarrollo del pensamiento abstracto y comprender el porqué de las reglas.
El pensamiento abstracto permite a los adolescentes comprender mejor cómo se relacionan las reglas con ideas como la justicia, el bien común y la seguridad. Este conocimiento también implica que pueden cuestionar más la razón de su existencia. Los niños pueden aceptar que sus padres y otros adultos respondan "porque es la ley" o "porque yo lo digo", pero los adolescentes pueden necesitar más justificación para los toques de queda, los límites u otras reglas.
Formación de valores personales y su propio código moral
Las preguntas y debates que los adolescentes plantean sobre las reglas son normales y útiles. Las razones y la lógica que los adultos les brindan les ayudan a formar su visión del mundo y su funcionamiento. Cuando los adolescentes obtienen respuestas que satisfacen sus preguntas sobre una regla, esta se vuelve personal para ellos y comprenden mejor por qué tiene sentido.
Mayor empatía y conciencia social viendo el mundo en tonos de grises
Los adolescentes comienzan a comprender que no todas las preguntas tienen una respuesta clara. A medida que desarrollan empatía, empiezan a comprender por qué otras personas toman decisiones diferentes y a comprenderlas mejor.
La influencia de pares y figuras adultas en el desarrollo moral adolescente
Imagina a un niño de 10 años. Sus padres le dicen que debe acostarse a las 9 p.m., y él simplemente lo hace, porque así ha sido siempre. No lo cuestiona. Solo cumple la norma.
Ahora piensa en ese mismo niño, pero con 15 años. Le dicen lo mismo: “Es hora de acostarse, ya son las 9”. Esta vez, en lugar de obedecer, responde: —¿Otra vez con eso? ¡Ni siquiera tengo sueño! ¡Ya no soy un bebé! Déjenme quedarme una hora más, mañana entro tarde y ya hice todo la mi tarea.
Uno de los cambios más notables en la adolescencia es ese deseo creciente de tomar distancia de los padres, no por rebeldía, sino por algo mucho más profundo: la necesidad de comenzar a ser uno mismo. En esta etapa, los adolescentes empiezan a cuestionar lo que antes aceptaban sin pensar, y buscan tener voz en las decisiones que afectan su vida cotidiana.
Interesante: Volvamos al ejemplo. Ese momento, aunque parezca pequeño, es enorme. Lo que antes era una norma impuesta sin diálogo, ahora se transforma en una conversación. El adolescente ya no busca solo cumplir o desobedecer, sino ser parte activa en las decisiones que le afectan. Está diciendo: “Te escucho, pero también quiero que me escuches”. No es un “sí” ni un “no”. Es una especie de negociación emocional, medio enojada, medio justificada, que refleja el deseo de tener voz. Quizás no use las palabras más amables, pero quiere participar en la decisión, quiere probar su criterio y empezar a sentir que su opinión también cuenta.
No se trata de romper vínculos, sino de transformarlos. De pasar de la dependencia total, a una relación más horizontal, donde puedan decir lo que piensan, tomar decisiones propias y empezar a caminar con pasos más firmes hacia su identidad adulta. Este proceso —que puede parecer desafiante para padres y cuidadores— es en realidad una parte esencial del crecimiento.
Las investigaciones muestran que cuando un adolescente puede expresar lo que siente y lo que piensa en un entorno donde se le escucha y respeta, florecen en él cualidades como la seguridad, la confianza en sí mismo y la capacidad de construir relaciones sanas en el futuro. En cambio, cuando sus intentos de independencia se enfrentan con control o rechazo, lo que emerge es la distancia emocional, el silencio o la lucha constante.
Por eso, acompañar esta transición no significa soltar del todo, sino aprender a estar de otra manera: presentes, abiertos y disponibles, incluso cuando ellos parezcan alejados.
La influencia de pares y figuras adultas en el desarrollo moral adolescente
El grupo de pares: un laboratorio social
Los amigos, compañeros de clase y el entorno juvenil inmediato se convierten en una especie de “laboratorio moral”, donde el adolescente experimenta, cuestiona y negocia valores.
¿Cómo influyen?
Validación social: lo que el grupo aprueba o desaprueba puede tener un peso enorme. Esto puede fortalecer o debilitar los valores aprendidos en casa.
Presión de grupo: puede llevar a conductas riesgosas o deshonestas, pero también a conductas prosociales (por ejemplo, ayudar a otros, involucrarse en causas sociales).
Ensayo de roles: el adolescente prueba distintas formas de actuar, se pone en el lugar del otro y desarrolla empatía.
Interesante: Las conversaciones entre pares donde se discuten dilemas morales pueden ayudar a avanzar a etapas más altas del razonamiento moral, según Kohlberg.
2. Figuras adultas: modelos de coherencia (o contradicción)
Padres, madres, profesores, entrenadores, terapeutas o líderes comunitarios siguen teniendo un fuerte impacto, incluso si a veces parece que el adolescente “ya no escucha”.
¿Qué es lo que más influye?
La coherencia entre lo que se dice y lo que se hace: los adolescentes son muy sensibles a la hipocresía moral. Si perciben que los adultos no practican lo que predican, se genera rechazo.
Espacios de diálogo: los adultos que fomentan el pensamiento crítico, la reflexión y el respeto por la diversidad moral ayudan a que el adolescente forme criterios propios.
Apoyo emocional: el sentirse comprendido y no juzgado permite al joven explorar sus propios valores sin miedo a ser rechazado.
Ejemplo: Un adolescente que ve a un profesor hablar con respeto de temas controversiales y escuchar opiniones diversas, aprenderá no solo a pensar críticamente, sino también a dialogar sin imponer.
3. El equilibrio ideal
Un desarrollo moral saludable no ocurre por obediencia ciega ni por imitación, sino cuando el adolescente integra valores sociales con un sentido personal de propósito y justicia.
Claves para fomentar esto:
Fomentar el pensamiento crítico en casa y en la escuela.
Ser modelo de integridad en la vida cotidiana.
Permitir la exploración moral, sin imponer respuestas absolutas.
Establecer normas claras, pero con explicaciones éticas, no solo autoritarias.
Teoría del Desarrollo Moral de Lawrence Kohlberg
Lawrence Kohlberg fue un psicólogo estadounidense reconocido por desarrollar una de las teorías más influyentes sobre el desarrollo del juicio moral. Nació en 1927 y murió en 1987. Su obra ha sido clave en los campos de la psicología, la educación y la ética.
La Teoría del Desarrollo Moral de Lawrence Kohlberg es un modelo psicológico que explica cómo las personas desarrollan su sentido del bien y del mal a lo largo de su vida, a través de distintas etapas.
Kohlberg propuso que el juicio moral no es algo que se adquiere de golpe, sino que evoluciona en etapas progresivas, cada vez más complejas, conforme la persona madura y reflexiona sobre los dilemas éticos que enfrenta.
Según Lawrence Kohlberg, el desarrollo moral se da en tres niveles, cada uno con dos etapas.
Nivel 1: Moral Preconvencional (infancia)
El juicio moral se basa en consecuencias externas: evitar castigos o buscar recompensas.
Etapa 1: Obediencia y castigo
"Está mal robar porque te pueden meter a la cárcel."
Ejemplo: Un niño no toma una galleta sin permiso porque su mamá lo regañó la última vez.
Etapa 2: Interés propio (relativismo instrumental)
"Tú me ayudas con mi tarea, yo te ayudo con la tuya."
Ejemplo: Un niño presta sus colores solo porque espera que luego le presten el balón.
Nivel 2: Moral Convencional (adolescencia)
Aquí se busca aceptación social y cumplimiento de reglas para mantener el orden y ser parte del grupo.
Etapa 3: Concordancia interpersonal (el buen chico/la buena chica)
"Debo ser amable porque quiero que me vean como una buena persona."
Ejemplo: Un adolescente acompaña a un amigo triste solo porque “es lo que haría un buen amigo”.
Etapa 4: Ley y orden
"Si todos hicieran lo que quisieran, esto sería un caos. Hay que respetar las reglas."
Ejemplo: Un joven devuelve una billetera perdida porque “es lo correcto y es la ley”.
Nivel 3: Moral Postconvencional (adultez)
La moral se basa en principios éticos internos, más allá de las normas sociales o leyes.
Etapa 5: Contrato social
"Las leyes deben proteger los derechos humanos. Si no lo hacen, deben cambiarse."
Ejemplo: Un ciudadano protesta pacíficamente contra una ley injusta, aunque eso le traiga consecuencias sociales.
Etapa 6: Principios éticos universales
"Hago esto porque es justo y humano, aunque vaya contra la ley o la mayoría."
Ejemplo: Una persona arriesga su vida para proteger a refugiados perseguidos, guiada por sus principios de dignidad y compasión.
Esta etapa es rara y difícil de alcanzar. Ejemplos históricos serían Martin Luther King Jr. o Nelson Mandela.
La teoría de Kohlberg nos enseña que el desarrollo moral es un proceso gradual y dinámico. No se trata solo de obedecer o seguir reglas, sino de reflexionar críticamente sobre ellas, cuestionarlas cuando es necesario, y actuar con responsabilidad, integridad y empatía.
Píldora de bienestar:
El arte de formar el criterio
La adolescencia es el momento en que las preguntas cambian de forma.
Ya no se trata solo de qué está bien o mal, sino de por qué. De qué vale la pena, de en qué creer, de qué tipo de persona quiero ser.
En ese proceso, las reglas dejan de ser incuestionables y las voces adultas compiten con nuevas referencias. Es natural, es necesario… y sí, también puede ser desconcertante.
1. Haz preguntas, no afirmaciones
En vez de decir “eso está mal”, prueba con:
“¿Qué te llevó a tomar esa decisión?”
Esto abre la puerta al diálogo moral y fomenta el pensamiento crítico.
2. Comparte tus valores con coherencia
Los adolescentes no solo escuchan lo que dices: observan cómo vives.
Hablar de justicia, empatía o respeto solo tiene impacto si tu comportamiento los refleja.
3. Usa dilemas para cultivar la reflexión
Plantea preguntas como:
“¿Está bien romper una regla para ayudar a alguien?”
Los dilemas morales reales despiertan curiosidad y fortalecen la conciencia ética.
4. Valida la duda como herramienta de crecimiento
Cuando un adolescente dice “no sé qué es lo correcto”, no lo corrijas de inmediato.
Respóndele:
“Esa duda es valiosa. Pensémoslo juntos.”
La moral madura en el terreno de la duda, no en la certeza rígida.
5. Fomenta conversaciones intergeneracionales
Hablar de temas éticos entre generaciones ayuda a todos. Los jóvenes desafían ideas fijas y los adultos ofrecen perspectiva.
Ambos crecen cuando aprenden a escucharse.
Referencias:
Office of Population Affairs. (n.d.). Moral development. U.S. Department of Health & Human Services. Retrieved April 7, 2025, from https://opa.hhs.gov/adolescent-health/adolescent-development-explained/moral-development
UNIS Hanoi. (s.f.). All About Moral and Values Development in Adolescence. Recuperado de https://articles.unishanoi.org/moral-and-values-development-in-adolescence/
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