1: Antes de sanar, al arte de prevenir | Semana 2: Endocrino: Las llaves del metabolismo | Semana 3: La salud mental es fundamental | Semana 4: Cosas del corazón, cardiología | Semana 5: Músculos y huesos | Semana 6: Oncología | Semana 7: Hombres y mujeres saludables | Semana 8: Los niños primero: Pediatría | Semana 9 Honrar la sabiduría: Geriatría | Semana 10: Joyas de infectología
Editorial
Esta publicación no nació en un escritorio ni en un algoritmo. Nació en la sala de una casa donde alguien que amo se detuvo a media caminata por un dolor que no pidió, que no entiende del todo, pero que ya forma parte de su día. Nació de observar sus pasos más lentos, sus silencios en la mañana, su forma de adaptar el mundo para que no se note cuánto duele moverse.
Nació de querer comprender mejor lo que vive. No solo para ayudarla, sino para mirar con otros ojos a tantas personas que, como ella, conviven con una condición que no siempre se ve, que a veces se minimiza, y que suele asumirse como parte del precio de vivir.
La osteoartritis no es solo una palabra en un expediente ni un trazo blanco en una radiografía. Es una experiencia encarnada, persistente, que reconfigura rutinas, decisiones, formas de estar en el mundo. Puede comenzar con una molestia leve al subir escaleras o una rigidez al ponerse de pie. Pero con el tiempo, para algunas personas, se vuelve un mapa de zonas restringidas: movimientos que ya no se hacen, lugares que ya no se visitan, gestos que ahora se piensan dos veces.
Sin embargo, ahí siguen. No inmóviles, sino adaptándose. Aprendiendo a organizar su día alrededor de la articulación que más duele. Evitando caídas. Consultando opciones. Esperando que la medicina tenga algo nuevo que ofrecer más allá de un analgésico. Viendo pasar el tiempo con la esperanza de que ese paso que hoy cuesta, algún día vuelva a ser simple.
Esta semana será un resumen clínico, una reconstrucción de lo que ocurre en el cuerpo cuando las articulaciones ya no pueden mantener el equilibrio que las sostenía. Hoy, hemos descrito con rigor cada fase del deterioro, cada pieza que se desgasta, cada intento fallido de reparación. Pero también hemos reconocido lo que no aparece en los artículos científicos: el impacto humano. Las adaptaciones invisibles. Las decisiones cotidianas que se transforman. La fortaleza silenciosa de quien sigue adelante sin hacer de su dolor una bandera, pero tampoco un secreto.
Esta semana está dedicado a ella. Y a cada persona que vive una osteoartritis sin nombre público, sin aplausos, sin que el mundo se detenga por su malestar. Personas que quizá no faltan al trabajo, que siguen sonriendo, pero que reorganizan su vida entera para poder seguir caminando.
Aquí hay ciencia. Aquí hay evidencia. Pero también hay algo más: un acto de reconocimiento. Una forma de decir: te veo. Te entiendo. Y tu historia también importa en este journal.
— Manuel Alejandro Monroy Funes