Semana ♂ y ♀: salud para los dos. Jueves
Editorial | Descripción científica del orgasmo femenino
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Editorial
Cuando tu cuerpo dice “sí”
El cuerpo de la mujer tiene una capacidad intacta para sentir. No necesita instrucciones externas para validar lo que ocurre dentro. Este artículo no se propone decir cómo debe sentirse el placer, sino exponer con evidencia cómo se expresa fisiológicamente, cómo se organiza en el sistema nervioso, cómo se integra desde la piel hasta el cerebro, y por qué su comprensión importa.
Durante décadas, el orgasmo femenino fue presentado como un misterio, una excepción o un lujo. Se lo describió como derivado, secundario o decorativo. Hoy, la ciencia permite describirlo como lo que es: una manifestación corporal legítima, completa, con estructuras anatómicas propias, circuitos neurológicos definidos y una función multisistémica que va más allá del estímulo puntual. Es un evento fisiológico complejo, regulado por más de un sistema, con efectos medibles sobre el umbral del dolor, la respuesta inmune, la química cerebral y la percepción del entorno.
Este recorrido no busca convertir la experiencia en diagnóstico, ni el deseo en un estándar cuantificable. El enfoque es inverso: observar desde la clínica, sin filtros morales ni mecanismos de control, cómo el cuerpo responde cuando se siente seguro, estimulado, conectado y libre de juicio. Aquí no se habla de deber, sino de posibilidad. Lo que la mujer sienta —si lo siente— no necesita corrección, sino escucha. El silencio fisiológico también comunica. La inhibición, cuando ocurre, puede ser una forma de protección. Y el clímax, cuando aparece, no se impone: se permite.
El orgasmo no es exclusivamente genital. Participan el clítoris, la vagina, el útero, el suelo pélvico, el sistema límbico, la corteza somatosensorial y vías descendentes de modulación autonómica. No es sólo un reflejo ni un simple acto aislado, es una respuesta coordinada entre regiones cerebrales, redes sensoriales, sistemas musculares y componentes hormonales. La investigación actual demuestra que la estimulación puede viajar por múltiples rutas nerviosas, incluidas aquellas que continúan operativas tras lesiones medulares, y que el clímax puede alcanzarse incluso en ausencia de contacto físico, en estados de evocación emocional, memoria corporal o sueño profundo.
Hablar de placer en la consulta, en la investigación y en la educación médica requiere precisión, pero también respeto. No se trata de erotizar la anatomía, sino de devolverle su valor clínico y funcional. Un suelo pélvico que no responde, una mucosa que no lubrica, un umbral que no se modula, una paciente que no se reconoce en su cuerpo, son señales que pueden ser exploradas, si ella lo permite.
Este artículo ofrece once bloques temáticos con base neuroanatómica, inmunológica, endocrina y emocional. Cada uno es una entrada posible para entender la sexualidad femenina desde el cuerpo, sin simplificaciones. Porque la salud no se limita a prevenir enfermedad: también se construye cuando el cuerpo puede decir “sí” y ser escuchado.
— Manuel Alejandro Monroy Funes